Cada persona con la que nos
encontramos a lo largo del día merece que le dediquemos un momento de nuestro
tiempo, un espacio en nuestro pensamiento, que compartamos con ellos un pequeño
rayo de nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestra vitalidad. Para eso, muchas
veces basta simplemente con una mirada a los ojos, una sonrisa, un saludo, un
gesto. Permanecerá siempre en su corazón.
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